Los trastornos de ansiedad son, junto con la depresión, los problemas que con más frecuencia se presentan en la práctica clínica. Generan un alto nivel de sufrimiento personal afectando los distintos ámbitos en los que se desarrolla una persona. Sin tratamiento, los trastornos de ansiedad se convierten en condiciones crónicas y pueden empeorar complicándose junto con otros cuadros.

La ansiedad es una emoción común a todos los seres humanos y cumple la  función de prepararnos ante lo que podría ser peligroso, activándose frente a la percepción de una amenaza o peligro. Así, se podría definir como una respuesta fisiológica de alarma, un sistema de alarma interno que nos prepara ante lo que pueda venir. Como cualquier otra emoción, es útil en muchas situaciones de nuestra vida, como por ejemplo dar un examen o entregar un trabajo a tiempo. En este sentido, es un aliado y no implica un sufrimiento grave.
Sin embargo, a veces ocurre que nuestro sistema de alarma se dispara ante estímulos inofensivos. El inconveniente es que esta respuesta ancestral, que era muy buena para huir de los depredadores, ya no es tan buena para afrontar las dificultades del día a día.
Hay una estrecha relación entre la ansiedad y el estrés. Cierta cuota de estrés es necesaria para enfrentar los desafíos cotidianos. Sin embargo, pasado cierto umbral de estrés aparece la ansiedad patológica que tiene distintas manifestaciones. Cuando la ansiedad se sostiene en el tiempo puede constituir un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, trastornos digestivos, trastornos dermatológicos, disfunciones sexuales, dolor crónico, entre otras afecciones.
La interacción de factores genéticos junto con otros ambientales y psicológicos podría hacer vulnerables a algunas personas a la ansiedad en general, pudiendo ésta adoptar diversas formas clínicas como fobias, pánico, ansiedad generalizada, etc. Por otra parte, si bien los trastornos mentales en los cuales la ansiedad es el síntoma central son los trastornos de ansiedad, también encontramos altos niveles de ansiedad en la depresión, los trastornos del sueño, trastornos de la conducta alimentaria, las adicciones y otros cuadros.

¿Qué es el Trastorno de Ansiedad Generalizada?

Las personas con Trastorno de Ansiedad Generalizada muestran como principal síntoma una preocupación desmedida. En este sentido, podemos definir a los pacientes con ansiedad generalizada como sufridores crónicos, todo es motivo de preocupación.
El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) se trata de la preocupación excesiva, constante y difícil de controlar.  Estas preocupaciones pueden ser muy diversas, variadas y cambiantes e implican todos los aspectos de la vida de la persona y resultan difíciles de olvidar para poder dedicar la atención necesaria a las tareas de la vida cotidiana. Esto genera un fuerte malestar y deterioro funcional que puede derivar en cuadros de estrés y depresión.
Mayormente se sienten invadidos por cadenas de pensamientos o imágenes con carga afectiva negativa que ubican un peligro irracional en el futuro. Estas preocupaciones intensas y constantes tienen como consecuencia que la persona no pueda concentrarse y que su atención esté muy diversificada.
De acuerdo a la edad, este trastorno puede estar presente en niños, adolescentes y adultos y el tipo de preocupaciones son acordes a la edad. Generalmente se presenta de modo creciente y en etapas tempranas de la vida. Las preocupaciones se hacen más fuertes en períodos de estrés, y si bien la frecuencia e intensidad puede variar, sin el tratamiento adecuado el cuadro tiende a cronificarse.
En resumen, el TAG hace que la persona esté en un estado constante de alerta por cualquier evento o circunstancia en su vida diaria, de forma que le provoca un estado continuo de ansiedad la cual se generaliza a todos los ámbitos de su vida.
¿Qué síntomas presenta una persona que sufre un TAG?

En primer lugar la persona tiende a controlar la ansiedad con conductas compulsivas, no sustitutivas. En este sentido, los perfiles de las personas se enfatizan. Puede que quien consuma alcohol beba más o quien fume, fume más. Pero estas conductas compulsivas no reparan el sufrimiento.
Esto trae aparejado diversos síntomas entre los cuales podemos mencionar:

  • Preocupación excesiva
  • Dificultad para concentrarse
  • Irritabilidad
  • Inquietud e impaciencia
  • Dificultades para dormir
  • Dolores, contracturas musculares, bruxismo
  • Fatiga excesiva

Es común que estos casos estén acompañados de cuadros clínicos que acompañen el TAG, entre ellos, depresión, trastornos de conducta o cuadros propios de la clínica médica.

¿Cómo se trata el TAG?

Como la característica principal del TAG es la preocupación se busca aliviar el sufrimiento a través de cambios en la forma de pensar o de tomarse las cosas. En este sentido, reestructurar pensamientos y creencias invalidantes, recuperar la autoestima y la autoeficacia. Se busca aliviar los síntomas físicos, cognitivos y conductuales, y mejorar la calidad de vida de la persona modificando la percepción del proceso de preocupación y poniendo a prueba estrategias más eficaces. También es muy útil trabajar con  herramientas y técnicas psicofísicas que permitan hacer frente a esta situación de angustia persistente, por ejemplo, técnicas de relajación muscular, de respiración, entre otros.

Cuando empiezo a observar que la ansiedad está empezando a condicionar mi vida, es el momento de pedir ayuda para comenzar a aprender nuevas estrategias y afrontar estas situaciones de un modo más adaptativo. Es posible recuperar la alegría y el placer por la vida.

Problemáticas Frecuentes